Dos terceras partes de los países en desarrollo
importan el 100% de los medicamentos que consumen o tienen una capacidad
de producción muy limitada.
La enfermedad puede desestabilizar economías y hasta sistemas políticos
enteros. La estabilidad del sistema mundial radica en un esfuerzo internacional
para combatir la enfermedad, así como en la salud de las poblaciones
más pobres y vulnerables.
Entre 1960 y 1994, la alta tasa de mortalidad fue uno de los principales
factores de fracaso del Estado por pronunciamientos, guerras civiles y
otros cambios de régimen inconstitucional.
La enfermedad puede cruzar fronteras tan fácilmente como los flujos
de capital. Por ejemplo, ningún país ha escapado a la pandemia
del VIH/SIDA. En una sola generación, el VIH se ha propagado por
países ricos y pobres, y, dentro de ellos, entre las personas de
menores y mayores ingresos.
Del mismo modo, el mundo desarrollado está detectando cada vez
más casos de tuberculosis fármaco-resistente, antes considerada
un problema exclusivo de los países pobres.
El VIH/SIDA, el paludismo, la tuberculosis, las infecciones infantiles,
la mortalidad materna, la carencia de micronutrientes y las enfermedades
relacionadas con el consumo de tabaco son responsables de la mayor parte
de las defunciones evitables cada año en los países de ingresos
bajos y medios.
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36 millones de personas viven actualmente con VIH.
95% de esas personas viven en países en desarrollo.
Casi las tres cuartas partes de las personas infectadas por VIH/ SIDA
viven en el África subsahariana.
22 millones de personas han muerto de VIH/ SIDA.
12 millones de niños han quedado huérfanos por el VIH/ SIDA
en África.
Se estima que, de los 25 millones de africanos infectados por el VIH,
sólo entre 10 mil y 30 mil aproximadamente, reciben medicamentos
antirretrovirales
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